lunes, 6 de septiembre de 2010

El verdadero significado de los cuentos

Esta es una entrada que prometí hace tiempo pero por lo laborioso de su investigación se ha demorado.Hace unos años tuve un profesor de guión que tachaba a Caperucita roja de “Lolita”, y que de niña inocente nada. Tal afirmación despertó en mi semejante curiosidad que me puse a investigar, y descubrí no solo que aquellas palabras estaban en lo cierto, sino que los cuentos son realidad advertencias a los niños sobre la vida real.

Charles Perrault (1628-1703), es uno de los autores principales de cuentos. Suyos son “Caperucita”, “Cenicienta”, “La Bella Durmiente” o “El gato con botas” entre otros.
Sus textos eran tan destroyer, que los pedagogos posteriores decidieron hacer unas versiones mas edulcoradas de sus leyendas.

Así por ejemplo, en el caso de la ya citada Caperucita , el cuento original de Perrault acaba con el lobo devorando a la niña, y no hay cazador alguno que la rescate, como ha resultado en versiones posteriores. De hecho la fábula de esta joven es en realidad una manera de decir sutílmente a las jóvenes cortesanas vírgenes que tuvieran cuidado con aquellos caballeros que se les acercaran melosamente con bellas palabras, pues su fin no era otro que acostarse con ellas y luego el famoso “si te he visto no me acuerdo”. De ahí que caperucita lleve una caperuza roja, prenda que simboliza la primera menstruación.

Foto de Selector Marx
Modelo: Emilse Cuello

Todos los cuentos de Perrault acaban con una moraleja, en algunos casos “bastante jevi”. Paso a transcribir literalmente la de este cuento, para que flipéis

“Vemos aquí que los adolescentes,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben oír a ciertas gentes,
y no es extraño, ni ninguna broma
ver que a tantas el lobo se las coma.
Y digo el lobo, porque estos animales
no todos son iguales:
Los hay con un carácter excelente
y humor afable, dulce y complaciente,
que sin ruido, sin pena ni irritación
siguen a las jóvenes doncellas,
llegando detrás de ellas
a la casa y hasta la habitación.
Mas, bien sabemos que los lobos tan melosos
¡ay! son los más peligrosos.”

Otro caso espeluznante es el del “flautista de Hamelin” cuyo protagonista es en realidad un simbolismo de la peste bubónica, de ahí que el personaje aparezca para librar a la ciudad de las ratas (animales que transmiten dicha enfermedad) y cuyas ropas, amarillas y moradas, corresponden con el color de las pústulas y la tez que adoptaban los enfermos.

La leyenda surgió después de una terrible plaga que asoló Europa y que acabó con prácticamente toda la población infantil de ese mismo pueblo. Lo que se puede relacionar con el hecho de que el flautista (la peste en realidad), se lleve a los niños al final del cuento tras el impago de su labor.

Antes de la revisión de los pedagogos, la mayoría de los cuentos que conocemos hoy día tenían un final bastante diferente. Así por ejemplo “la Sirenita”, no consigue deshacerse de su trato con la bruja del mar y acaba convertida en espuma. O en” Cenicienta”, las hermanastras se cortan el dedo gordo del pie (como muchas mujeres hacen en la actualidad para calzarse unos Blahnik) para que les entre el zapatito de cristal.

Sobre este tema hay varios libros que estudié a conciencia en su momento, entre los que destacaría “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” de Bruno Bettelheim (todo un manual de referencia) y “Una historia mágica de los cuentos” de Enrique Balasch Blanch.
Y por supuesto recomiendo encarecidamente leer (bueno, mejor dicho, buscar primero, porque no es tan fácil de encontrar) los cuentos originales de Perrault. Son entretenidos, mordaces y sobre todo van a sorprender a más de uno.

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. ¡¡Genial el Post Bea!!
    Creo recordar que la historia de la Bella Durmiente, antes incluso de que se convirtiera en el cuento de Perrault, no terminaba con un dulce beso, sino con una violación. ¿me lo confirmas?
    Rebe

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  3. Esto me ha recordado a Las Aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi, donde el protagonista era lo más parecio al muñeco diabólico y acababa ahorcado en la plaza del pueblo por sus "inocentes" travesuras.

    Sobre Las Zapatillas Rojas, de Andersen, creo recordar que el cuento terminaba cortándose los pies para dejar de bailar,... y ese final no ha habido manera de dulcificarlo.

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