viernes, 5 de noviembre de 2010

Ubangi Stomp, esto fue lo que vimos

La semana pasada prometí hacer una crónica sobre mi asistencia al Ubangi, el festival rockabilly de Benidorm al que tantas ganas tenía de ir, y cuyos organizadores conseguí entrevistar.

Luego fui allí, y por problemas técnicos (vamos, que las fotos me salieron muy oscuras) no tenía imágenes y me dio pereza hacer una crónica solo de texto. Pero gracias a vuestras peticiones, me he animado y ahí va:

Solo fui el sábado, porque el resto de los días no podía. Me perdí a Rag Mama Rag (ese grupo que parece de “paletos” sacados de los años de la depresión americana), y que tenía muchísimas ganas de ver, y como no al mitiquísimo Alton Lott.
Me fastidiaba perdérmelos, pero no fue hasta que llegue allí y me encontré con Juanako, un colega de Pako que pincha y que sabe de música mas que nadie, cuando se me pusieron los dientes larguísimos. Él llevaba toda la semana allí y me hizo una crónica detalladísima.

Me dijo que Mike Sanchez se salió por todos lados, que el sábado estaba medio vacío porque el viernes había sido apoteósico, la fiesta se prolongó hasta las 7 de la mañana y estaban matadísimos.
Que el hotel era la polla, y las habitaciones..imagínate, el hotel mas alto de Europa.

Al llegar flipé, había un coche antiguo en la entrada, y una mini exposición de gramófonos.

El recinto era una pasada, y los conciertos, que se hacían en el auditorio tenían una acústica de la ostia. Chapó por la organización porque es realmente jodido de sonorizar.

El festival es todavía pequeño, y se notó en la asistencia al público, una pena por un lado, pero por otra le daba un cariz mas familiar y acogedor. Todo el mundo se conocía y se saludaba, y eso molaba.

Eché en falta cosas mas especializadas en los puestos de ropa (porque los de música eran brutales). Me esperaba mas vestidos “pin up”, mas marcas conocidas, y mas accesorios y chorradillas varias.
Eso sí, había un puesto de zapatos auténticos de los años 50, increíble; y otro de ropa de segunda mano, muy curioso.

También me sorprendió cómo iba la gente; me esperaba muchas Wanda Woodward, mucha “pin up” y no fue así. Aunque la mayoría de los chicos iban hechos unos pinceles; que estilazo dios mío. Flipé

El auditorio, daba la impresión de ser una fiesta de baile de fin de curso, solo faltaba los bols con ponche, jiji.

Me encantó ver a la gente bailando. Pasos imposibles, vestidos de can can girando a toda velocidad (que cosa mas bonita y mas sexy), y alguna que otra chica vi volar por los aires.
Había un señor mayor, como de unos 60años, elegantísimo, con su mujer, que alucinábamos, como se movía, y aguantó un montón de canciones!!

Lil Esther me gustó tanto como en su disco. Era mi favorita del día y lo sigo manteniendo.

Mike Bell & The Belltones lo dieron todo, y me gustaron muchísimo también.

Ray Sharpe moló, por lo mítico que es. Tuvieron que ayudarle a bajar del escenario, porque tiene como 80años y ahí estaba dándolo todo. Yo intentaba compararlo con mi abuelo (que tb tiene su edad) y no lo veo ni de coña con esa energía.
Fue muy gracioso, porque salió todo vestido de negro pero con un gorro y una corbata llenas de brillos y lentejuelas, y unos zapatos que parecían alpargatas. Era una sensación muy extraña, verle allí tan mayor y oírle tocar como un chaval, realmente era como un viaje en el tiempo.

Para cuando salieron Montesas, un grupo alemán super marciano que hace música garaje-surf, ya estábamos muertos.

Los conciertos empezaron a las 9, con Lil Esther, pero a Montesas no les tocaba hasta la 1.30, y nosotros teníamos que volver a Alicante. Esta fue, entre otras, una de las razones por las que me arrepentí muchísimo de no haber cogido alojamiento; el año que viene me quedó allí fijo.

Vimos unas 5 canciones de Montesas, y aun agotados, alucinamos. Sonaron dpm, se curraron muchísimo la puesta en escena, vestidos todos igual, con accesorios frikis y mini-coreografías que hacían del concierto un auténtico espectáculo. Una pena

Ubangi, es un festival que promete muchísimo, todavía le queda, pues tiene 5 añitos, que eso no es nada para un festival; pero sin embargo apuesta por valores como la calidad (de sonido, de ambiente, y de organización) precios económicos, tanto de entrada como consumiciones; y una ubicación inmejorable, y como no unos carteles que quitan el hipo.

Conclusión: el año que viene, repito de cabeza

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